Depresión y obesidad, ¿están relacionados?

Antes de empezar quiero aclarar que escribo este artículo sin buscar generalizar ni minimizar ambos trastornos.

Entiendo la obesidad es una enfermedad multifactorial al igual que la depresión.

Dicho esto, empezamos…

La obesidad es uno de los síntomas más claros de que  podemos estar deprimidos, y peor aún, es una muestra de que no lo sabemos. Pues, aunque nos duela admitirlo, la obesidad es un estado al que se llega cuando nos auto abandonamos por demasiado tiempo.

Sí, así mismo. En algún punto de nuestra historia empezamos a vivir en piloto automático, dejamos de hacer consciente cómo nos nutrimos, así como también dejamos de tener rutinas y hábitos saludables y olvidamos por completo que nuestro cuerpo nos necesita en presencia plena.

Sin embargo, esto siempre es síntoma de estar en guerra con una parte de nosotros mismos. 

Las emociones detrás de esta situación están asociadas en general al miedo, la culpa, la rabia y la vergüenza. Esto claramente en su mayoría de una forma inconsciente. Por ejemplo:

Caso 1:

Me hice mamá y me está costando aceptar que mi vida ha cambiado, amo a mis hijos pero esta nueva realidad no parece combinar con mi vida profesional, quiero ser la mejor en lo que hago pero eso me volvería una madre ausente, no quiero perderme la oportunidad de estar presente para mis hijos, ante mi miedo de ser una mala madre, dejo de trabajar y me dedico a mis hijos ya que ellos me necesitan mucho más que la empresa donde trabajo.

Al tomar esa decisión que anula mi deseo, de a poco y sin darme cuenta, me siento cada día menos importante, ante el cansancio me justifico y encuentro alivio y placer en la comida, dejo de hacer ejercicios y salir con amigos y un par de años después me diagnostican con hígado graso, resistencia a la insulina, lo cual atribuyen a mi sobrepeso.

Caso 2:

Me casé aunque no quería hacerlo desde el deber para no perder a mi pareja, al no saber cómo lidiar con eso asumo este nuevo rol auto convencido es lo mejor para ambos en este momento de vida pero la verdad que una parte de mi seguía queriendo seguir soltero un tiempo más.

Me entrego de lleno a la relación desde la rabia que me generan estos pensamientos, que además me producen mucha culpa, pues mi pareja es una mujer maravillosa. Dos años después me doy cuenta que me he subido 30 kilos, no le doy importancia porque para qué, si ya me casé, no necesito seguir siendo atractivo para nadie más, mi pareja me quiere tal como soy.

Caso 3:

Desde muy joven he sentido atracción por mí mismo sexo, en mi familia siempre hemos sido cristianos, entiendo que asumir esa preferencia me alejaría de las personas que amo, lo reprimo y tengo relaciones heterosexuales aunque todas sean poco satisfactorias e incluso superficiales.

No hablo con nadie al respecto porque tengo miedo de ser juzgado, siento vergüenza de esto por lo que empiezo a salir y a tomar alcohol y comer como una forma de manejar dichas emociones, en algún punto me diagnostican con diabetes e hipertensión, lo cual atribuyen a mi peso, que para mi sorpresa ahora carga con 40 kilos de más.

Podría poner ejemplos de forma infinita. En los tres casos ninguna de estas personas sabe o siente que puede estar deprimida. Sin embargo, todas en algún punto de sus vidas se silenciaron o anularon por situaciones que no supieron cómo manejar y encontraron un refugio y una fuente de placer en la comida.

Detrás de esta realidad, en un inicio existió una situación que los llenó de culpa, miedo o vergüenza de sí mismos. Estas emociones se encapsulan haciéndolos tener conductas autodestructivas pues muy en el fondo sienten que el problema son ellos mismos.

Nuestra salud física y mental están íntimamente relacionadas, no lo dudes, la depresión nos habla de emociones que han estado encapsuladas desde hace mucho tiempo y no siempre se evidencia a través de llanto fácil o ideas suicidas, sino más bien en inicio y por años, la podemos encontrar en conductas sutiles que nos muestran lo profundamente desconectados que estamos de nosotros mismos.

Es fundamental poner esta situación sobre la mesa, y no estoy hablando de tener 5 o 10 kilos de más, estoy hablando de que personas en donde la obesidad se volvió una prisión de la que no saben cómo salir.

La obesidad mórbida siempre nos está hablando auto abandono, de insatisfacción y de estar acumulando situaciones, sentimientos, recuerdos y circunstancias que no sabemos manejar, en casos extremos es una forma lenta y silenciosa que nos lleva a una aparente muerte natural, la cual esconde rabia y un dolor muy profundo con nosotros mismos.

Si es tu caso o el caso de alguien a quien amas, la recomendación siempre será buscar ayuda, ese sería un paso muchísimo más acertado incluso que hacer la cita con un nutricionista, ya que en la medida que puedas gestionar de una forma sana tus emociones, te será muchísimo más fácil sostener el camino que tomes para bajar de peso y volver a ti.

Con todo mi amor, esperando estas palabras te sean de provecho.

Maryari.

Nota: Si quieres profundizar y ver de una forma más cruda este tema, te recomiendo la película “The Whale”, en este filme podrás identificar cómo la culpa y el dolor no gestionados nos pueden convertir en nuestro juez y verdugo, usando como forma de castigo conductas alimentarias.

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