No es un secreto para nadie que es en la primera infancia donde se forjan los cimientos de nuestra personalidad.
Todo lo que hayamos percibido, sentido o experimentado de algún modo influye en nuestra forma de interactuar o en la elección de parejas en la vida adulta.
En este contexto, el tipo de apego desarrollado en la infancia entre sus cuidadores y el infante emerge como un factor esencial que moldea estos aspectos fundamentales de la psique humana.
El apego: raíz de la personalidad y las relaciones
El apego, en términos psicológicos, es un vínculo afectivo que se establece desde los primeros momentos de vida entre el cuidador principal y el recién nacido.
Su función trasciende la mera conexión emocional; busca asegurar el cuidado, fomentar el desarrollo psicológico y moldear la formación de la personalidad del individuo en formación.
Este vínculo afectivo se entrelaza con dos sistemas cruciales durante la infancia: el sistema exploratorio, que permite al bebé interactuar con su entorno a través de los sentidos, y el sistema afiliativo, que facilita la conexión con otras personas.
Según López (2009), el apego se compone de tres elementos clave: la construcción mental que establece la relación de pertenencia e incondicionalidad, la unión afectiva que genera sentimientos de alegría y bienestar, y el sistema de conductas de apego, centrado en mantener un contacto cercano y privilegiado.
El desarrollo del apego y la seguridad
A lo largo del primer año de vida, surge un vínculo de apego con la persona que mantiene mayor contacto con el infante, manifestándose el temor a los desconocidos. Este apego se convierte en el anclaje emocional que proporciona seguridad al niño frente a situaciones amenazantes.
El apego seguro facilita la exploración del mundo, permitiendo al niño relacionarse con su entorno bajo la tranquilidad de saber que su figura de apego estará presente para protegerlo.
Si por algún motivo esta relación de seguridad se viera fracturada o amenazada, ausente o inexistente, los miedos e inseguridades pueden influir significativamente en la percepción del mundo y en las habilidades para establecer relaciones saludables de esa persona a medida que va creciendo.
La teoría de John Bowlby
John Bowlby, destacado psiquiatra y psicoanalista infantil, dedicó su carrera al estudio de la relación entre el cuidador principal y los niños, explorando sus efectos en la salud mental y la vida adulta.
Basándose, también, en los trabajos de la psicóloga estadounidense Mary Ainsworth, Bowlby desarrolló la Teoría del Apego.
Observando diversas interacciones entre madres e hijos mediante procedimientos estandarizados, como la «Situación extraña», Bowlby concluyó que el tipo de relación establecida durante la infancia influía de manera determinante en la conducta y desarrollo emocional posterior del individuo.
Los cuatro tipos de apego según Bowlby
- Apego Seguro
El niño confía en que su cuidador estará presente de manera constante. Este tipo de apego depende de la consistencia del cuidador en proporcionar atención y seguridad. Los niños con apego seguro manifiestan comportamientos activos, confianza en su entorno y sintonía emocional con su figura de apego.
Además, en su adultez, puede sostener vínculos afectivos seguros y libres de miedo.
- Apego ansioso-ambivalente
Se caracteriza por la falta de confianza en los cuidadores y una sensación constante de inseguridad debido a la inconsistencia en sus conductas de cuidado y seguridad.
Los niños con este apego expresan miedo y angustia ante las separaciones, buscando constantemente la aprobación y vigilando la posibilidad de abandono.
En la edad adulta, esto puede traducirse en dificultades para interactuar y dependencia emocional.
- Apego evitativo
Los niños con apego evitativo asumen que no pueden contar con sus cuidadores, desarrollando una autosuficiencia compulsiva y mostrando conductas de distanciamiento.
Aunque aparentan despreocupación, experimentan una profunda sensación de no ser queridos ni valorados. En la edad adulta, se manifiesta como rechazo a la intimidad y dificultades en las relaciones interpersonales.
- Apego desorganizado
Una mezcla de apego ansioso y evitativo, caracterizado por comportamientos contradictorios e inadecuados.
Surge en entornos con conductas negligentes o inseguras por parte de los cuidadores, generando un desbordamiento emocional negativo en los niños.
En la vida adulta, se refleja en altos niveles de frustración, ira y una aparente ambivalencia hacia las relaciones.
¿Es posible transformar el tipo de apego?
Es esencial comprender que las formas de apego no son inmutables y evolucionan a lo largo del desarrollo.
Además, las interacciones en diversas relaciones, ya sean de amistad, laborales o de pareja, influyen en la modulación del tipo de apego y en el rol desempeñado con nuevas figuras afectivas.
En este marco, se destaca la importancia de un enfoque integrador, reconociendo que todas las interrelaciones contribuyen al comportamiento, desde la infancia hasta la edad adulta.
La posibilidad de cambiar patrones inseguros hacia patrones más seguros se ve favorecida por nuevas experiencias de apego saludables proporcionadas por la pareja, amigos o incluso grupos de apoyo, pero muy especialmente: trabajando en terapia.
En el contexto actual, diversos factores psicosociales, como la falta de conciliación laboral y la ausencia de apoyo social, impactan significativamente en la formación de vínculos primarios.
El entendimiento profundo de los tipos de apego y sus implicaciones psicológicas abre la puerta a la intervención temprana y a estrategias de apoyo para fortalecer los lazos afectivos saludables.
Al proporcionar un entorno que fomente la seguridad emocional desde la infancia, se allana el camino hacia relaciones adultas más equilibradas y satisfactorias.
Gracias por leerme y recuerda que estoy aquí para apoyarte en tu autodescubrimiento y tu crecimiento emocional.
Con amor,
Marya.