Está bien no estar bien: el duelo tras una ruptura

Hay momentos en los que todo parece detenerse. Cuando una relación termina, no solo se rompe un vínculo: también se desarma una rutina, una identidad compartida, un proyecto de futuro. Y aunque todo a tu alrededor siga en movimiento, por dentro sientes que algo se quebró.

En ese proceso, es común escuchar frases como “tienes que salir”, “pasa la página”, “te hizo un favor”. Consejos que pretenden ayudarte… pero que muchas veces solo profundizan tu desconexión.

«Porque no necesitas que te apuren. Necesitas que te entiendan. Y lo primero que tienes que saber es esto: está bien no estar bien».

El dolor no es debilidad

Tristeza, confusión, enojo, soledad, ansiedad, culpa, miedo. Todo eso —y más— puede aparecer después de una ruptura. Y aunque cada persona lo vive a su manera, hay algo que se repite en casi todos los procesos: la presión social de “recuperarse rápido”.

Como si doler fuera un error. Como si sentir tristeza fuera señal de fracaso. Pero lo cierto es que el duelo por una ruptura no es algo que se supera, sino algo que se atraviesa.

No hay fórmulas, ni tiempos estándar. No estás atrasada. No estás mal por extrañar. Estás habitando tu humanidad.

Las pérdidas invisibles

Cuando termina una relación, no solo se pierde a la otra persona. También se pierde:

  • La costumbre de contarle tu día.
  • El lugar que tenía en tus planes.
  • La versión de ti misma que eras en ese vínculo.
  • La ilusión de “para siempre”.

Esas son pérdidas que no siempre se ven desde afuera, pero que pesan. Por eso, muchas veces el duelo se vuelve silencioso: porque sientes que no tienes “derecho” a estar tan mal.

Tal vez fue una relación corta. Tal vez fuiste tú quien tomó la decisión. Tal vez el otro ya rehízo su vida. Pero eso no invalida lo que sientes. Porque el dolor no tiene que ser lógico para ser legítimo.

No te apures a estar bien

Una de las trampas más comunes después de una ruptura es querer “superarla” rápido. Llenar los espacios, distraerte, demostrar que ya pasó. Y aunque salir, moverte, rodearte de gente puede ayudarte, también es necesario darte el permiso de no tener respuestas, de no sentirte fuerte, de llorar sin saber por qué.

«Estar bien no es sonreír todo el tiempo. Estar bien también es dejarte caer sin juzgarte. Es poder decir “me siento mal y está bien sentirme así”».

Lo que duele, habla

El duelo tiene una función: procesar lo vivido y abrir espacio para lo que sigue. Pero para que eso pase, no puedes evitar el dolor. Tienes que escucharlo.

  • ¿Qué parte de ti está herida?
  • ¿Qué necesidad no fue vista?
  • ¿Qué patrones estás repitiendo?
  • ¿Qué cosas valiosas te deja esta relación, incluso con el dolor?

Estas no son preguntas para forzarte a encontrarle sentido al sufrimiento, sino para acompañarte mientras se asienta el polvo. Porque todo lo que duele, tiene algo para decirte. Y cuando lo escuchas, en lugar de taparlo, empiezas a sanarlo.

Acompañarte sin exigencias

Estar sola no es lo mismo que estar abandonada. Y aunque el dolor te haga dudar de tu valor, recuerda esto: no eres lo que esa relación dejó, eres todo lo que te queda por construir.

Y ese camino no tiene que empezar con un “cambio radical”. A veces, empieza con cosas pequeñas:

  • Comer aunque no tengas hambre.
  • Dormir aunque llores al acostarte.
  • Hablar con alguien que no te juzgue.
  • Escribir lo que no te animas a decir.

Cuidarte en el duelo es tratarte con la ternura que quizás no tuviste. Es darte lo que necesitas, incluso si es simplemente tiempo.

Estás aprendiendo a seguir contigo

No tienes que olvidarlo todo ni tienes que ser fuerte todos los días. Solo tienes que estar ahí, contigo. Aunque duela. Aunque parezca lento. Aunque a veces no entiendas nada.

Porque eso también es amor propio: no exigirte estar entera cuando todavía estás en pedazos.

Y cuando menos lo esperes, vas a notar que el dolor ya no ocupa todo el espacio. Que el nudo en el pecho se afloja. Que la tristeza no desapareció, pero se volvió más liviana.

Y vas a empezar a reconstruirte, no como eras antes, sino como estás empezando a ser ahora.

Porque sí: está bien no estar bien. Y ese permiso es el primer paso hacia volver a estar en paz contigo misma.

Tu amiga,
Maryari Vera
@maryapsicoterapia
+56 9 4846 5271
maryapsicoterapia@gmail.com 

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