Si estás sola, algo malo debes tener…

“Si estás sola… algo malo debes tener, algo mal debe haber”.

Puede que nadie te lo haya dicho directamente, pero probablemente lo hayas escuchado más de una vez. Tal vez lo leíste entre líneas en alguna conversación, lo sentiste en la mirada de alguien que preguntó con tono de sorpresa: “¿Y estás soltera?”, o lo escuchaste como un eco incómodo en tu cabeza en los días más vulnerables.

La cultura que habitamos lleva años instalando la idea de que una mujer sola es un problema sin resolver. Una historia incompleta. Un corazón roto. Un error de fábrica. Como si la pareja fuera el destino obligado. Como si vivir sin alguien al lado invalidara todo lo demás que hemos construido.

Pero déjame decirte algo con absoluta claridad: eso no me representa. Y tampoco te representa a ti.

Estar sola no es sinónimo de estar vacía, ni una señal de que algo en nosotras esté mal. Tampoco es un castigo. Es, muchas veces, una elección profundamente consciente, poderosa y amorosa.

Yo creo, con todo el cuerpo, que estar en pareja solo tiene sentido si esa relación mejora mi vida. Si la potencia. Si la embellece. Si la acompaña sin anularla. Estar con alguien solo por no estar sola nunca fue una opción. Nunca quise amar desde el miedo, desde la carencia o desde la necesidad de llenar un vacío.

Porque, aunque a veces cueste reconocerlo en voz alta, mi vida ya es buenísima. No perfecta, claro. Pero profundamente mía. Llena de decisiones propias, de vínculos auténticos, de espacios de libertad, de silencios que me abrazan y no me pesan. Llena de sueños que no esperan a nadie para concretarse. Llena de amor, aunque no venga en forma de pareja.

No estoy rota. No me falta nada. Estoy completa porque me tengo.

Y si algún día elijo compartir mi camino con alguien, no será para que me salve, sino para caminar al lado. Sin ataduras, sin máscaras, sin juegos de poder.

Mi autenticidad es un tesoro que me llevó años descubrir. No pienso regalarla a alguien que no sepa verla. No voy a esconder lo que soy para resultar más aceptable, ni a achicarme para entrar en moldes ajenos. 

«Porque aprendí que el verdadero amor empieza en una misma. En saber lo que merezco, en respetar mis tiempos, en no conformarme con migajas cuando sé que puedo elegir banquetes».

Entonces no, no estoy sola “porque algo anda mal”. Estoy sola porque me elijo. Porque me respeto. Porque no me interesa apurar ningún vínculo que no me haga sentir viva, libre, cuidada y vista.

Y si tú también estás sola hoy, por elección o por circunstancias, no dejes que ese viejo discurso te pese en los hombros. No eres un error, ni una excepción. Eres una mujer que se honra. Y eso, aunque muchos no lo entiendan, es un acto de profunda valentía.

Así que la próxima vez que alguien te diga —con lástima o con juicio— que hay algo mal en ti por estar sola, recuerda esto: Quizás lo que está mal no es tu soledad, sino la forma limitada del otro para mirar la vida.

Con amor, 
Maryari Vera
@maryapsicoterapia
+56 9 4846 5271
maryapsicoterapia@gmail.com 

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