Más que suerte, es preparación

A veces le atribuimos al azar lo que en realidad fue constancia. Decimos que alguien “tuvo suerte” cuando en verdad se preparó, lo intentó muchas veces, fracasó en silencio, sostuvo su deseo incluso cuando dudaba de sí mismo. 

«Lo que vemos es el resultado final, pero rara vez somos testigos de las horas de esfuerzo, de las dudas, del cansancio o del miedo que esa persona atravesó para llegar allí».

Es más fácil decir “tuvo suerte” que reconocer lo que cuesta sostener un deseo cuando el camino no es inmediato. Porque sí, claro que el contexto importa. Las oportunidades no son iguales para todos. No todos partimos desde el mismo lugar. Las condiciones externas marcan diferencias reales, y es fundamental reconocerlas para no caer en discursos culpabilizantes o simplistas.

Pero hay algo que también es verdad: asumir que puedes moverte, que puedes construir algo diferente, transforma tu manera de habitar la vida. Te devuelve el poder. No para negar los obstáculos, sino para decidir que, aun con ellos, vas a seguir avanzando.

Esperar que todo cambie con el tiempo —sin hacer nada— no es tener fe, es estancarse. Es quedarte quieta en un lugar que ya no te representa, esperando que el afuera venga a rescatarte. 

Pero nadie puede hacer el trabajo por ti. Y eso no es una condena, es una posibilidad.

Los grandes cambios no llegan solo a quien lo desea intensamente, ni a quien repite afirmaciones todos los días. Llegan a quien se prepara para sostener aquello que anhela, a quien se compromete con acciones pequeñas, pero constantes, a quien se atreve a intentar, aun con miedo, a quien ensaya, imita, se entrena y se permite equivocarse en el camino.

Porque el cambio no siempre se siente como un gran salto. A veces es una serie de elecciones mínimas: levantarte una vez más, responder a ese mensaje que te incomoda, permitirte un “no” donde antes habrías dicho “sí”. Pequeños gestos que, en conjunto, empiezan a escribir una historia nueva.

«Muchas veces pensamos que manifestar es visualizar y confiar. Pero hay una parte clave que solemos olvidar: la manifestación sin compromiso no construye». 

Los sueños sin disciplina se quedan en la cabeza. Lo que transforma la vida no es solo lo que piensas, sino lo que eliges hacer con lo que piensas.

Y sí, el miedo probablemente te va a acompañar. Vas a dudar de ti. A veces vas a querer rendirte. Pero también ahí está la oportunidad: sostenerte con amor, aun cuando la certeza no aparezca. Caminar con tu miedo sin dejar que tome el control. Confiar en ti no significa no temblar. Significa decidir avanzar, incluso cuando tiemblas.

Todo lo que sueñas no llega por casualidad. Llega cuando estás lista para sostenerlo. Cuando dejas de esperar a que algo “te toque” y empiezas a ser parte activa del camino. 

Y no siempre sabrás cómo. No siempre será claro. Pero lo importante no es saberlo todo de antemano, sino estar dispuesta a aprender en el trayecto.

Así que si sientes que estás en un momento de transición, si sabes que deseas algo nuevo pero no sabes por dónde empezar, te lo digo con cariño profesional: no necesitas tenerlo todo claro. Solo necesitas dar el primer paso.

Porque el crecimiento no siempre se nota desde afuera, pero se construye desde adentro, día a día. Y cuando llegue ese día en que algo que soñabas se materialice, quizás alguien diga que fue suerte. Pero tú sabrás la verdad.

¿Estás lista para comprometerte contigo?

Empecemos terapia.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio
Abrir chat
1
Escanea el código
Hola 👋
¿Cómo podemos ayudarte?