Hay vínculos que duelen no porque se terminan, sino porque no terminan de empezar. Relaciones en pausa perpetua, en las que no hay compromiso real, pero tampoco libertad plena. Donde te buscan solo cuando sienten vacío, y te sueltan en cuanto se sienten en control.
Son personas que no saben quererte, pero tampoco quieren soltarte. No están dispuestas a construir algo sólido, pero tampoco toleran la idea de verte libre, de verte bien sin ellas. Te jalan y te sueltan según su necesidad emocional, no según tu bienestar. Te convierten en un ancla temporal para sus incertidumbres, en un refugio al que acuden cuando el mundo les queda grande.
Y cuando todo vuelve a estar en calma… desaparecen otra vez.
Así, te desgastas… Te desgastas esperando señales, justificando ausencias, aceptando migajas con la esperanza de que un día, por fin, todo cambie. Te repites que tal vez no es el momento, que quizá si haces un poco más, si entiendes un poco mejor, si tienes más paciencia… el amor será suficiente.
«Pero el amor no se mide en cuánto aguantas. El amor sano se mide en cuánto te eligen, en cuánto te respetan, en cuánto te dejan ser tú sin condiciones ni castigos emocionales. El amor real no te tiene en pausa. No te retiene. Te abraza y te impulsa».
En psicoterapia, muchas veces aparece esta figura: la del vínculo intermitente. Ese que no se define, pero consume. Que no se compromete, pero exige. Y muchas personas quedan atrapadas ahí durante años, confundiendo apego con amor, dependencia con intimidad.
Si estás viviendo algo así, si te sientes atada a alguien que no termina de quedarse pero tampoco se va, permíteme decirte algo con claridad: mereces algo distinto. Mereces un amor que no te tenga que doler para sentirse real. Mereces un amor que no necesite que te achiques para existir.
Mereces un amor que te abrace, no que te retenga.
Y si hoy no sabes cómo soltarlo, está bien. A veces se necesita acompañamiento para desatar los nudos invisibles que nos atan. Pero lo importante es que empieces a mirar. A reconocer. A nombrar lo que te pasa.
Porque el primer acto de amor verdadero… es el que tienes contigo.
¿Lo charlamos juntas?
Maryari Vera
@maryapsicoterapia
+56 9 4846 5271
maryapsicoterapia@gmail.com